sábado, 12 de febrero de 2011

Tim Hecker



Minimal, ambient, drone, etiquetas todas ellas que podemos asociar a lo que este estupendo músico desarrolla en sus discos, electrónica para aquellos degustadores exigentes de platos rebuscados y exquisitos.
La clave de su última y excepcional  obra, Ravedeath, 1972 (Kranky, 2011), se encuentra dentro de la iglesia. El órgano es la pieza fundamental tras la que Hecker y todos sus sintetizadores se mueven hasta hacernos llegar hasta una cima que jamás habíamos llegado a ver, pero que ya intuiamos después de los fantásticos Harmony in Ultraviolet ( 2006) y  An Imaginary Country (Kranky, 2009).
  
Ravedeath, 1972 se compone de tres partes que se dividen en ”In the Fog” (tres canciones), ”Hatred of Music” (dos) e ”In the Air” (otras tres piezas)  y de varios temas que sirven como antesala de lo que vendrá después. 
En definitiva, otro paso más hacia adelante dentro de la ya selecta, de por si, discografía del canadiense, donde esa busqueda de la perfecta asociación de ruido,disonancia y melodía nos embarca en un nuevo viaje sensorial, placentero y doloroso, físico y emocional, un viaje único, al que uno, por fortuna, puede regresar, una y otra vez, siempre que lo desee. Un viaje que recomiendo fervorosamente. Alucinante.



Ravedeath, 1972 (Kranky, 2011)



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