miércoles, 17 de noviembre de 2010

Deerhunter


Al enfrentarme a la primera escucha de un grupo o artista nuevo, lo que me llega primero, lo que suelo priorizar por encima de otras cuestiones, es lo que su sonido me ofrece y me aporta, el sonido lo es todo, la frescura que transmita, da igual que sea lo más inquieto y novedoso o lo más experimental y vanguardista del momento, da lo mismo que sea la copia de la copia de alguién que hizo, esto, eso o aquello en un momento determinado hace ya mil años.
Por encima de las canciones situo el sonido, ya puedes sacar un debut repleto de singles, incontestable, a lo Fleet foxes o The drums, que si el sonido no me suena fresco, auténtico, nanai de la china.
Luego se trata de mantener esa frescura con el paso del tiempo y la edición de nuevos trabajos,pero eso ya es harina de otro costal, lo más complicado.
Hay infinidad de grupos que me entusiasman a las primeras de cambio, docenas de bandas o artistas que lo tienen, ese zas en la boca con la mano abierta, bastantes en su segundo trabajo mantienen la chispa pero pocos a la tercera consiguen transmitir aquello que poco tiempo atrás era la leche. Posiblemente no sean peores, seguramente todo lo contrario y su disco este lleno de grandes canciones pero aquello que tenian se perdió, en algun sitio, por ahí en medio.
Pues bien ahora va cuando voy y me bajo los pantalones, porque ellos, si tambien ellos, también han perdido algo por el camino, la emoción ya no es la misma, la intensidad, eso que percibí hace tan solo tres años, que no se puede ver ni tocar, en parte, se esfumó,  pero que coño, Deerhunter son la excepción que confirma esa regla, mi regla, tan estupida, por otra parte, como otra cualquiera.
Si estos cuatro tipos de Atlanta levantaron la mano con su aclamado debut Cryptograms (2007),y alzaron la voz un año después con Microcastle/Weird Era Cont. (2008), ahora son los más chulos de la clase con el lanzamiento de su monumental y apabullante Halcyon Digest (2010).
Liderados por un Bradford Cox en un estado de gracia permanente, los georgianos se liberan de enquistados precedentes y purifican su sonido aun más si cabe liberándolo de artilugios superfluos, de ruidismo shoegazing, para entregarnos once cortes de pop luminoso, once pasajes ensoñadores, once excusas para volver a perderte con ellos y huir hacia ese sitio, ese lugar, que ni se puede ver, ni se puede tocar, huidizos y excéntricos pero inevitablemente inmediatos al más no poder, fuera experimentos, estos jugones han dado con la tecla y ahora solo queda rezar para que esta no se estropee.

Deerhunter - Halcyon Digest (4AD, 2010)
¿el disco del año?
Posiblemente




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